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Gestos

  • Tiara
  • 19 sept 2017
  • 2 Min. de lectura

“Llego en 10, esperame abajo” - Mando el mensaje y guardo el celular, por inercia o por miedo, no lo sé. Por suerte hay gente en el subte y el viaje es corto. Recuesto mi cabeza, cierro los ojos y dejo que el viento del túnel me despeine. Pero los chirridos de las vías me ponen nerviosa, entonces me incorporo y busco con qué distraerme.

La señora que está al lado mío corrige unos exámenes, los dos chicos de uniforme que están frente a ella son sus alumnos y ríen nerviosos porque saben que no les fue muy bien. Paseo mi mirada por el vagón. Apoyado en la puerta con pinta de galán un hombre mira su celular; trabaja en un estudio importante y ahora vuelve a su departamento de soltero, seguro pedirá una pizza. La formación contraria pasa a toda velocidad y me enceguece con sus flashes de luz blanca. En la otra punta, un señor llama a su mujer para confirmar la cena de esta noche. Me bajo y mientras me oriento la bocina que avisa el cierre de puertas me sobresalta.

- Permiso - me dice el soltero de la pizza. Le pido disculpas.

Paso los molinetes. Mis pisadas retumban en la estación. No muy segura de cuál es mi salida, voy para donde va la mayoría, no quiero andar sola. A medida que subo, las bocinas de los autos se hacen cada vez más fuertes y veo que el cielo ya está negro. Freno en la esquina y espero para cruzar.

- ¡Joven, a ver si se mueve que tengo que pasar! - Me doy vuelta y veo que ¿el mismo hombre del subte? se corre de al lado mío y le deja el paso a una mujer con un cochecito.

El semáforo cambia a verde. Cruzo. Paro en el drugstore a comprar unos chocolates. Mientras espero el vuelto lo vuelvo a ver a él, ahora con la luz del quiosco parece menos misterioso, más real, pero sigue siendo lindo. Sigo mi camino.

Veo a mi amiga que está en la puerta del edificio. Nos saludamos a los gritos, hace como un mes que no nos vemos. Entramos y, a través del vidrio, lo veo a él que pasa caminando. Me mira y me guiña un ojo. Sonrío. La noche recién empieza.

- Comemos algo, llamo al taxi y vamos a la fiesta - me dice mi amiga y el eco de su voz retumba en el hall.

- ¿Taxi? Si son unas cuadras.

- Sí, pero hay un loco suelto en el barrio que te sigue, te guiña el ojo y… ya estás marcada.


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Querida Papa Reiena

es un blog creado en 2017 por un grupo de estudiantes de primer año de la carrera de Guión en el ISER.

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